Probablemente el mirador más conocido y con las vistas más disfrutadas de toda la Reserva de la Biosfera de Urdaibai. El paisaje que forman tanto Atxarre como Ereañozar están formado por pequeños montes y colinas cónicas llamado modelo pinacular, que visto desde el aire recuerda a un cartón de huevos. Esta forma pinacular es típico de regiones tropicales, zonas cálidas con abundantes precipitaciones. ¿Hablamos de la Euskadi Tropical? Al igual que Ogoño, el modelo pinacular de Atxarre y Ereñozar tiene su origen en un arrecife y los pequeñas cumbres que hoy vemos son en su interior como un queso gruyer, llenos de agujeros. Es un proceso muy interesante que os invitamos a descubrir en la página 288, en el apartado “Modelado Kárstico” de la Guía de lugares de interés geológico de Urdaibai.
Desde la cumbre de Atxarre, a una tímida altitud de 311 m, nos encontramos con una excelente panorámica del estuario de Urdaibai. Rodeada de un bosque siempreverde de encinar, la ermita dedicada a San Pedro Atxarre corona la cumbre de Atxarre. La advocación a un santo marinero, como lo es San Pedro,nos sugiere la estrecha relación de Ibarrangelua con la mar y su elección también está respaldada, como no, por una leyenda.
Esta leyenda cuenta que existía una gran piedra en Ibarrangelu que tenía un hoyo con forma de pie humo. La gente lo atribuía a San Pedro, contando la historia de que este santo al descender del monte Atxarre dió un paso en Armendua y otro en Ibarrangelu, dejando su huella en ambos lugares. Pero esta no es la única leyenda relacionada con este emblemático paisaje de la Reserva de la Biosfera de Urdaibai. Cuenta otra historia que el lugar donde el encinar deja espacio al cielo, llamado Danzaleku (lugar de baile), se sitúa en un cruce de caminos donde se hallan 3 grandes piedras tumbadas y se realizaban los akelarres de la zona.
No siempre ha sido conocida como San Pedro de Atxarre; antiguamente se le conocía como San Pedro de Aguirre. La primitiva ermita que es su lugar se encontraba parece ser que fue construida en el siglo XV. Debido a su ubicación, al amparo de las inclemencias meteorológica, tuvo que ser reconstruida en diversas ocasiones. Se conoce también que a lo largo del siglo XVII acogió a ermitañas.
Antiguamente se acudía a la ermita en procesión y durante la misa se bendice la sal para luego ser repartida en el mencionado Dantzaleku y esparcida también en los campos de cultivo y barcos para pedir buena cosecha y buena faena.
Cómo llegar:
Seguid las indicaciones de la ruta “En pleno corazón del encinar”